sábado, 9 de octubre de 2010

Viernes 17 Septiembre


A las 11 de la mañana ya estábamos los tres con las maletas frente a nuestra nueva casa. En la calle Forester Lane. Llamamos a la puerta y nos recibió una grata mujer. La propietaria de la casa llamada Agnes. Tras dejar las maletas en el cuarto más cercano, Sira y yo echamos a suerte con una moneda quién dormiría en el cuarto de arriba y quien abajo. Para más información, la casa tiene 4 dormitorios. Tres están en el piso de arriba y otro abajo. Los dos de arriba ya estaban cogidos por las dos inglesas que vendrían en los próximos días, y solo quedaba para elegir el de arriba o el de abajo. ¿Adivináis a quien le tocó abajo? ¡Sí, a mí! (Sí, yo quería arriba también), pero soy muy mala en esto de tener suerte. Jajaja Aun así, luego lo vi como algo positivo: no tuve que subir el maletoncio por las escaleras. Más tarde llegó su marido, también muy majo. Nos fueron enseñando la casa más detenidamente y explicándonos algunas cosas importantes como el reciclaje, la lavadora, la cocina, el funcionamiento del gas y de la calefacción… Agnes estuvo terminando de limpiar la casa y luego se marcharon diciendo algo como “Bueno, no creo que nos volvamos a ver. Pasarlo bien, hasta luego”. No sé si eso de “no creo que nos volvamos a ver” será bueno o malo. Jajaja total, la casa al fin era NUESTRA. Y la íbamos a disfrutar nosotras solas por un par de días hasta la llegada de las inglesas.


2 comentarios:

  1. A mí no me enseñaron nada, y el primer día no me pude duchar bien porque creía que la ducha no funcionaba.

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